Queremos que este año especial, año de gracia, sea una ocasión para el encuentro de las Hijas de Jesús del mundo entero y de la gran familia de la Madre Cándida.
…la Madre Cándida, con la audacia que le daba la fe y confianza en Dios dio inicio en Salamanca a la aventura de fundar una Congregación con el nombre de Hijas de Jesús. Ese 8 de diciembre de 1871 se pusieron los cimientos de esta gran familia en la Iglesia.
Con estas y otras palabras, en medio de una situación mundial de pandemia, convocaba hace un año la celebración del 150 aniversario. Quisimos que fuera de preparación de este gran día en el que, de hecho, se cumplen los 150 años del inicio de la Congregación.
Este lugar, la Clerecía, nos llena de emoción… Aquí estuvieron Cándida María y sus primeras compañeras. Lugar de sueños, de compromiso y de envío. Aquí comenzaron y de aquí saldrían, con una gran confianza, a la aventura de ser Hijas de Jesús. Algo nuevo nacía entonces en Salamanca y en la Iglesia.
Desearía aprovechar esta celebración para que nos sintiéramos todos enviados, recibiendo el envío del mismo Dios, todos los que estamos aquí presentes.
Como signo del envío, recibiremos un lapicero que presenta una novedad, contiene unas semillas, contiene un germen de vida. Somos enviados —simbólicamente— a sembrar esas semillas —simbólica y realmente—, porque queremos cuidar el planeta, nuestro medio ambiente, la casa común.
Y llevaremos la semilla del carisma allí donde nos encontremos cada uno, aquí o allá, o en Roma, en nuestros hogares y en la escuela, en el trabajo o en una tarea apostólica, en el voluntariado en cárceles y acogiendo migrantes, en el cuidado de todos y en especial de las personas mayores —nuestras hermanas y otros—. La sembraremos también junto a los jóvenes y con ellos.
Sembraremos la semilla del caminar juntos, en clave sinodal, la semilla de la amistad social y del hacernos hermanos y hermanas.
La semilla del cuidado de los más pobres, de los excluidos. Y, al verla crecer, recordaremos que nuestros cinco panes, entregados, pueden saciar a una multitud.
Que este lapicero escriba nuevas páginas de vida con el Señor y sus semillas sean signo de la inmensa bondad de Dios que nos llega cada día y que estamos llamados a ofrecer.