Las Hijas de Jesús somos una Congregación religiosa de espiritualidad ignaciana fundada hace 150 años por la Madre Cándida. Nuestra misión es anunciar a Jesús con nuestras vidas y colaborar al desarrollo integral de aquellos a quienes servimos a través de una concepción cristiana de la persona y el mundo. Al sentir a Dios como Padre universal, nos sentimos llamadas a hacernos hermanas de todos, especialmente de los que están en mayor necesidad, y estamos repartidas por 17 países diferentes.
Trabajamos en cuatro campos principales. En primer lugar, la educación cristiana integral, ya sea en ámbitos formales o no formales. Educamos en colegios, parroquias, redes sociales, ONGs, la calle, la familia… Y lo hacemos caminando con otros.
También ofrecemos acompañamiento en Ejercicios Espirituales. Esta es una experiencia de oración en silencio creada por san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Creemos que esta dinámica ayuda a quien la vive a encontrarse consigo mismo y con Jesús. Por eso, allí donde tenemos presencia, ofrecemos Ejercicios para diversas edades, tiempos y circunstancias.
Los jóvenes son otra de nuestras grandes preocupaciones. Creemos que ellos son el futuro de nuestras sociedades y que Dios sigue haciéndose presente a través de ellos en sus lenguajes, sus modas y su solidaridad. Para estar cerca de ellos y ayudarles a descubrir al Señor, realizamos Pastoral Juvenil Vocacional en colegios, parroquias y diferentes grupos juveniles con la intención de caminar con ellos.
Por último, las Hijas de Jesús estamos siempre dispuestas al servicio de la misión de Cristo y de la Iglesia donde más se necesite. Por eso desarrollamos nuestra Pastoral Social trabajando con inmigrantes, en la promoción de la mujer, con otras etnias, con población excluida, en Pastoral Penitenciaria, en Cáritas y otros espacios siempre en colaboración con otros. Buscamos promover a la persona para que sea autónoma y comprometida. La inquietud y la acción a favor de los pobres es vital en el carisma de la Madre Cándida, quien decía: “Donde no hay sitio para mis pobres no hay sitio para mí”.