Querida Cándida María de Jesús:
Ya sé que eres santa, “oficialmente” hace unos años, cuando fuiste declarada así por la Iglesia, aunque desde siempre te hemos considerado como tal.
Pero a mí me gusta tratarte con este nombre tan familiar. Y con confianza, dedico un rato para hacerte algunas preguntas. Sí, claro, todo online porque, como sabrás, hace un año que sufrimos una pandemia. Un virus, Covid-19, ha paralizado a la humanidad y nos comunicamos de esta manera, pero contigo nunca hubo barreras para llegar a tu corazón y tú nunca has dejado de darnos mensajes, así que prepárate para la entrevista porque tú también has sido gran comunicadora.
Estamos a punto de celebrar el 2 de Abril, fecha de tu inspiración para fundar; y lo hacemos dentro del Año Jubilar por los 150 años de la Congregación que vamos a cumplir dentro de unos meses.
Comenzamos por volver atrás en el tiempo. El oratorio conocido como del Rosarillo era una de tus iglesias preferidas en Valladolid; allí ibas las tardes de los domingos a orar ante el Santísimo expuesto. Poco a poco una luz fue llegando a tu corazón, debías…
Fundar una nueva congregación con el título de Hijas de Jesús, dedicada a la salvación de las almas, por medio de la educación e instrucción de la niñez y juventud.
—¿Qué nos dices de ese acontecimiento? ¿Qué recuerdos vuelven a tu memoria?
CMJ: Algo que no he podido olvidar nunca es mi conversación con el P. Herranz al terminar aquella misa que se me hizo interminable. Poder contarle lo que en el Rosarillo la Virgen me había dado a entender, lo que creía que Dios quería de mí y al mismo tiempo mis dificultades: no sabía leer ni escribir y otras tantas …
¡Qué manera tan sorprendente y extraña tiene Dios de hacer las cosas! Elige personas e instrumentos inadecuados para hacer su obra.
—Verdaderamente muy extraño todo, porque de no saber leer ni escribir, pasando los años, vas a fundar una congregación dedicada a la educación cristiana ¡y en Salamanca! ¿Qué nos dices hoy a este respecto?
CMJ: Ayer y hoy, siempre he considerado que es imprescindible vivir la familiaridad con Dios y la ayuda de los prójimos; colaborar en la misión de Cristo, saliendo de nosotras mismas para ser y vivir para los demás; discurrir y vivir en cualquier parte donde se nos necesite … ¡el mundo no tiene fronteras! Seguir formando personas con el método más alegre, no solamente en conocimientos sino sobre todo en valores.
—Esa congregación que fundaste se ha extendido por diversos países y ya no estamos solas tus hijas, muchas personas laicas, atraídas por tu testimonio, están siguiendo tus huellas: somos una gran familia, —tu familia, Cándida María de Jesús—, con dos vocaciones ¿cuál es tu mensaje?
CMJ: Mantener la unión, los vínculos de familia, en la raíz de Jesús y su evangelio, en la educación cristiana, con la diversidad de culturas, lenguas, contextos… acogedores sin discriminaciones, atendiendo a la persona como imagen de Dios. ‘Cuanta mayor es la distancia geográfica que nos separa mayor debe ser la unión de corazones’.
—Nos gusta seguir soñando y en este Año Jubilar el Papa Francisco también nos ha animado a la audacia, ¿quieres sumarte a nuestros sueños? ¿cuáles son los tuyos?
CMJ: No olvidarnos que ‘somos para ir’ y por tanto poned vuestros ojos en las fronteras que os esperan como regalo de este año jubilar: la Amazonía, tantos grupos en los márgenes del mundo y de la iglesia: refugiados, migrantes, desplazados, jóvenes, colectivos no integrados …
¿Os atrevéis a roturar caminos nuevos?: comunidades de vida y misión de Hijas de Jesús y laicos, sumaros a otras congregaciones, ya nunca solas, con el Señor y con más personas que también lo buscan, sumando lo que une…
—Tú también sufriste mucho con enormes dificultades, entre las que no faltaron enfermedades y muertes. Danos tu palabra sabia en este tiempo de pandemia.
CMJ: Mucha confianza en el Señor de la historia que camina a nuestro lado; fuerte unión mutua para seguir adelante y grandes dosis de paciencia, sin olvidar a quienes peor lo están pasando… ‘Bendito sea Dios que tanto nos quiere’…
—Gracias infinitas, Cándida María de Jesús, por tu mensaje que deseamos hacer vida cada día.