Por Luis Mariano González – (Laico – Pinto, Madrid)
El mundo necesita milagros. Seguimos necesitados de milagros. Las jesuitinas sois uno de ellos. La constatación de que somos acariciados por Dios a través de vuestra presencia. De vuestro carisma. Por vuestra manera de ser que le transparenta, y en muchas ocasiones, sin necesidad de nombrarle. Sois su reflejo en tantas realidades necesitadas de abrazos, sonrisas, acogida y fraternidad.
Tres son los hitos a los que mirar en búsqueda de ecos, de mociones, de confirmación y consuelo y sobre todo, de profundo agradecimiento por lo vivido, por el presente y sobre todo, por el futuro que se vislumbra repleto de condiciones de posibilidad.
Año especial, año de gracia, una ocasión para el encuentro que trasciende límites y se ensancha sobremanera, donde la gran familia Madre Cándida, es fuerza (dýnamis) trasformadora. Es efecto multiplicador de los dones de la Santa Ruaj.
Es realmente inspirador, el comienzo de la carta que la hermana Graciela envía al inicio de la celebración de los 150 años del cumplimiento del sueño de una mujer sencilla e intuitiva, una mujer de Dios y por lo tanto hermanada con la humanidad entera.
El papa Francisco, por su parte, expresa su alegría por la instauración de este año jubilar, año de preparación, para examinar, revisar, leer las Constituciones, reflexionar el carisma fundacional y testar cómo la congregación está viviendo todo esto. Revisar la hoja de ruta. Sin miedo a la misión, cualquiera que sea a la que seáis llamadas. Mujeres de frontera. Mujeres arremangadas para el trabajo. Sin complejos. Confiadas en Dios.
La eucaristía de acción de gracias que dio inicio a este Año Jubilar, nos abrió ventanas por las que nos asomamos a las diferentes comunidades FI en el mundo. El agradecimiento, la divina providencia que nos susurra una y otra vez que está a nuestro lado, e incluso, cuando no nos lo esperamos y la esperanza que impulsa la construcción del Reinado de Dios aquí y ahora, son ya una realidad. Allá por donde estemos. Con la mirada en un horizonte universal, en la que la tierra es sentida como casa común, y en el que el carisma, sigue señalando el rumbo, dónde estar y cómo hacer hoy y ahora presente la caricia que Dios da a cada persona. Nadie le pasa desapercibido. Dios nos espera en los demás.
La oración y el discernimiento han sido y siguen siendo los pilares donde arraigan la capacidad de un impulso muy potente que hace posible la existencia del milagro FI, y lo más misterioso y bonito, la socialización del carisma, siendo tan generosas, que no lo consideráis únicamente vuestro, que es un regalo y como tal, lo compartís, lo repensáis, le ponéis rostros y nombres nuevos, acciones pastorales que en ocasiones son desafiantes, posiblemente incomprendidas y siempre, con la confianza de que el sueño sigue cumpliéndose allí donde alguien de la extensa y diversa familia Madre Cándida, pone sus dones para ofrecer y que éstos se multipliquen.
He conocido comunidades FI donde he palpado la fuerza de lo pequeño, donde su presencia es testimonio en el barrio y crean relaciones de vecindad en la que sus vidas, ponen luz en las nuestras. Acercando el evangelio de Jesús a quienes nos hemos cruzado con vosotras.
Sin miedo y nunca solas, sino con el Señor. Es momento de pensar en cómo vuestro modo de ser mujeres consagradas y también como congregación, configura nuestro modo de ser y también el modo de ser de la Iglesia, cuyo rostro más cercano, es el vuestro, y el evangelio más leído, lo que hacéis y dónde estáis.
Sois potentes educadoras que señalan dónde, cómo y para qué estar, y además, oráis como respiráis. Eso sin duda, marca carácter.
Dios, los demás y el mundo. Son los referentes que el papa Francisco señala a la hora de trabajar bien, y hacerlo bien. Nuevos paradigmas nos desafían, la realidad dinámica y por lo tanto cambiante, requiere de información y de formación. Que esta sea completa, diversa, exhaustiva y total. Se precisan hermanas y laicos preparados que trabajen en equipo para dar respuestas nuevas a los grandes interrogantes de hoy (Derechos humanos, nuevos rostros de los empobrecidos, ecología, política, economía, robótica, educación, salud, empleo, familias, relaciones interconfesionales, democracias de baja intensidad, globalización, la cultura como poder suave, localizar los desafíos y las señales de esperanza,…) y en este jubileo, abrir todavía más las puertas, creando redes colaborativas en la reflexión y en la acción. No tenemos que saber de todo, pero sí a quien llamar. Estáis en ello. ¡Adelante!
Poniendo el acento en la comunicación como pieza imprescindible para que los efectos multiplicadores lleguen dónde y cómo tienen que llegar. Ad intra y ad extra. Cuidar los relatos. Lo que no se cuenta, no existe.
Este nuevo periodo jubilar, que la congregación ofrece para reflexionar, ha de ser muy fecundo y sus efectos nos tienen que dejar con una sonrisa de haber realizado un buen trabajo. Saber que el carisma que lo sustenta, es herramienta útil y por lo tanto, polivalente y adaptativo. Tener claros los indicadores que nos servirán en la evaluación y el discernimiento para tomar buenas decisiones.
Soñar en grande desde los gestos pequeños. Como Madre Cándida, ella nos adelantó con la vida cumplida. Ella sigue iluminado nuevos modos, tareas y procesos con una pedagogía abierta a lo que la Santa Ruaj inspira paraseguir siendo fecundas, para transformar y crear.
Caminamos buscando a Dios en todas las cosas y todas las cosas en Dios, y si podemos, lo haremos sonriendo, ya que algo que caracteriza a la Hijas de Jesús, son las sonrisas que regaláis, es vuestra espiritualidad abiertay profundamente acogedora.
Sois mujeres que camináis y toda persona que camina, es mística, porque no puede dejar de caminar, y mientras tanto, miramos a María, compañera de caminos. Que ella siga cuidándoos como lo viene haciendo. Que tengáis frutos abundantes en este jubileo.
Ya percibimos los efectos del milagro. ¿No lo notáis? Gracias por el milagro de existir.