La Madre Cándida fue una mujer profundamente humana que se abrió hondamente a Dios. De este encuentro surgió en ella un modo de ser y obrar en discernimiento porque, ante todo, ella se sintió urgida a vivir así.
“Toda soy de Jesús, decidme, Dios mío qué queréis que haga, pronta estoy para obedeceros en todo”
El discernimiento sigue siendo actual ya que el amor no pasa de moda. Desde el amor con el que nos mueve el espíritu, demos respuesta a los retos y desafíos del mundo actual tan convulso. Como nos exhortó el Papa Francisco en la apertura al Año Jubilar, este tiempo es para reflexionar sobre el carisma. Por ello, aprovechemos septiembre, mes lleno de nuevos proyectos y propósitos, y hagámonos conscientes de este rasgo carismático.
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