Este 8 de diciembre, la Capilla del Colegio Mayor Montellano de Salamanca fue sede de un acontecimiento irrepetible. Con motivo del 150º aniversario de la fundación de nuestra Congregación, celebramos una Eucaristía de apertura del Año Jubilar que acabamos de comenzar. Allí, cumpliendo todas las normas de seguridad, un pequeño grupo de Hijas de Jesús y otros miembros de la Familia Madre Cándida se reunieron para celebrar este aniversario junto a don Carlos López Hernández, obispo de Salamanca, y los superiores de los Jesuitas y Dominicos. Por su parte, otras 5.000 personas participaron en la Eucaristía siguiéndola en directo a través del canal internacional de YouTube de las Hijas de Jesús.
Una homilía muy especial
Durante la homilía de la Eucaristía de apertura, don Carlos López Hernández señaló que «la Madre Cándida estuvo invadida por la experiencia del amor a Dios y al prójimo, y por el seguimiento e imitación de Jesucristo, a quien consagró su vida». A su juicio, «en el momento de la opción por su estado de vida reafirmó públicamente ante su familia la consagración ya personalmente realizada en privado: “Yo, sólo para Dios”».
El obispo de Salamanca recalcó que «en esta entrega total a Dios» de la Madre Cándida, «estaban también incluidos los pobres, a los que atendió con gran dedicación, ya en su tiempo de criada en Burgos, no sólo con los bienes de sus generosos amos, sino también con su sueldo y sus prendas personales». Y se hizo eco de la célebre cita de nuestra Madre Fundadora, «donde no hay sitio para mis pobres, no hay sitio para mí».
Para don Carlos López Hernández, fundar una nueva congregación como las Hijas de Jesús, que estaba dedicada a la salvación de las almas por medio de la educación, «se trataba de un encargo de una aparente falta de cordura». «¿Cómo podía ser el instrumento para iniciar una obra educativa una criada de servicio analfabeta, que no sabía leer ni escribir y hablaba mal el castellano?». Pero el prelado tenía también una respuesta para esta pregunta. «Juana Josefa asumió esta desproporcionada misión desde la luz de la fe, con la decisión firme de hacer la voluntad de Dios y con total confianza en su ayuda. Y la confianza en Dios le hizo confiar también en su capacidad para las tareas por él encomendadas». Fue entonces cuando comenzó a cultivar la convicción de que «sola nada, pero con Dios todo lo puedo».
En opinión del obispo de Salamanca, el amor de la Madre Cándida a Jesucristo se manifestó «en el incansable trabajo que desarrolló para la fundación de la Congregación, en las obras emprendidas para su consolidación y expansión, en la solicitud por el cuidado de las Hijas de Jesús y de sus obras educativas, así como en los sufrimientos para ello soportados». Y culminó su sermón recalcando que «en cada ocasión de sufrimiento manifestaba su constante actitud: “la cruz está ahora aquí. Permanezcamos en ella”».
Cuatro puntos cardinales
Nuestra Superiora General, Graciela Francovig, no pudo estar presente físicamente en la celebración debido a la pandemia mundial. Sin embargo, la Superiora Provincial de España-Italia, Rosa Espinosa, acudió a la Eucaristía en su representación. A tenor de la apertura de este Año Jubilar, nuestra Superiora General nos da cuatro consejos para vivir el 150º aniversario de la fundación de las Hijas de Jesús. En primer lugar, nos invita a «ser agradecidos», recordando que «nuestra Madre Fundadora lo ha sido siempre, aun en medio de circunstancias muy adversas que le tocaron vivir en los inicios de la Congregación».
Por otro lado, nos encarga «cuidar unos de otros». «Una manera propicia de hacer vivo este carisma es el cuidado de la entera creación, de las personas y de las relaciones entre unos y otros», matiza.
Graciela Francovig también nos invita a «vivir en esperanza». Una virtud que, a su juicio, la Madre Cándida «expresa con sencillez es su modo de vivir el evangelio». «Hoy sabemos que su experiencia ilumina a muchos laicos quienes descubren en ella una inspiración para vivir y profundizar su fe», añade.
Por último, nos llama a «tener siempre un horizonte universal». «Me expresa mucho la frase de la Madre Cándida “El mundo es pequeño para mis deseos”», confiesa la Superiora General, quien subraya que «somos un Cuerpo universal y nos convoca un carisma universal, donde hay lugar para todos».