Por Emma Quiroga Blanco, directora del Colegio de A Coruña
Mi mirada para aquí, en esta frase, al hacer la lectura profunda de los documentos, como si un ancla me hiciera quedar y esperar, noto que respiro profundamente y vienen a mi mente imágenes de este año… en mi experiencia personal sólo puedo agradecer a mi familia y a mi trabajo, todo fluye, está siendo duro, muy intenso, agotador,… pero las fuerzas renacen cada día por un aliento inagotable donde Dios sostiene y empuja. En muchos está el dolor y el miedo, que libre juega su baza y hay que acompañar para que no arrastre ni elimine la alegría del día a día que en otras personas ha sido dolor por la pérdida.
Todos tenemos imágenes que como una película pasan por nuestra cabeza; entre todas ellas, conscientemente, intento seleccionar mentalmente las de “gracia y conversión”. Indudablemente salen al camino imágenes de vida, encuentro, escucha y familia. Seguro que en estas palabras todos nos encontramos, y en ellas encuentro la fe en Dios, el amor a cada persona y el agradecimiento por un camino compartido de vida, donde el carisma vivo de la Madre Cándida sale a cada paso, en el día a día, sin rubor ni estupor por una Iglesia que hoy vive y debe vivir con paso enérgico de los que llevamos por misión portar Su luz.
Mi camino hoy está inmensamente lleno de personas y ahí encuentro a Dios, acompañándolas con humildad, como muchas Hijas de Jesús me acompañaron y acompañan a mí. Llevando la misión de evangelizar en un colegio de infantil y primaria, es fácilmente entendible que el camino se pisa y vive en Pastoral de escucha y carisma vivo.
Este Año Jubilar, que con tanta emoción inauguramos el 8 de diciembre del 2020, debemos soñar(lo) juntas, otro agradecimiento más a la apertura con generosidad de una congregación que siempre ha sabido acompasar los pasos del camino a quienes les rodea. Somos muchos para ponerle pies al sueño que soñó Santa Cándida y que tan actual es. Son tiempos de comprometernos y de dar un paso adelante con lo poco que llevemos en nuestra mochila para hacer el camino. Quizá “la hoja de ruta”, que nos invita el Papa Francisco a revisar, deba ser mirada con otros ojos. La Familia Madre Cándida abre su mirada a más y podrá quizá llevar una linterna para enfocar qué iluminar en este momento en tiempos que todo parece volverse algo tenue.
En el encuentro de Laicos al que asistí en Madrid la ilusión invadía el espacio y las ganas por compartir hizo corto el encuentro. No dejemos a nadie fuera, busquemos espacios donde dialogar sea una fuente en el camino a la que acudir por sed y por salud para hidratarse. En mi proceso personal, más profunda fue la experiencia en Filipinas, donde tuve la suerte de poder asistir al Encuentro internacional de Laicos. Este encuentro abrió mi corazón y mirada al mundo para vivir en agradecimiento un carisma de familia, sin fronteras, sin miedos, para entender en su globalidad esa “casa común” a la que debemos atender, entender y cuidar.
Para esta hoja de ruta revisada, tenemos clara nuestra brújula, quien nos guía y hacia dónde. Seguro necesitaremos faros que nos guíen, señalizar alguna ruta ya conocida para que otros la disfruten, aventureros que exploren senderos nuevos, navegantes apasionados, senderistas incansables, escaladores atrevidos y turistas de visitas guiadas, todos aportan, todos alegran el camino, todos somos y estamos, aprovechemos esta riqueza de un carisma vivo en todos los rincones del mundo. Pongamos los medios y los tiempos con la misma intuición de la Madre Cándida, afrontemos con valentía y confianza en Dios la vida.
Paremos en el camino a beber de la fuente, preparemos la mochila, ¡el camino ya ha comenzado! ¡No nos perdamos la bella naturaleza, un camino absolutamente vibrante! Un año jubilar para celebrar que en el camino ya estamos desde hace 150 años, que cada uno podamos revisar nuestra mochila para ver qué llevar, qué compartir, con quién estoy, cuándo parar y hacia dónde ir.
Cuidémonos para cuidar y dar la mejor versión de una misma.
Muy agradecida.