Cuando buscamos en la historia de nuestra Congregación cómo se vivió aquel 8 de diciembre de 1871 cuando nacía la Congregación, leemos “era aún de noche cuando muy temprano abrimos la puerta de casa para dirigirnos a la Clerecía. ¡Qué sorpresa! Los tejados de las casas eran ahora blancos. Un poco más allá las torres de la catedral con sus pináculos nevados rompían las tinieblas de la noche. Solo nosotras en la soledad del momento, éramos testigos del bello espectáculo. En el día de la Inmaculada la tierra se había vestido su traje de fiesta”.
Y se me ocurre pensar en la crónica que pueda narrar el 8 de diciembre de 2020; fue una celebración muy especial, no solamente porque inaugurábamos un Año Jubilar de preparación a los 150 años de historia, sino porque nunca pudimos imaginar una celebración así: no nos podíamos encontrar, preparamos Vigilia, Eucaristía como actos principales y todo lo hicimos en el mundo digital; nuestras reuniones previas también fueron a través de la pantalla, sin embargo, muchísimas personas nos encontramos en el Colegio Mayor Berrospe de Madrid para una vigilia universal, con presencia de personas de tantos países, en el Colegio Mayor Montellano, de Salamanca, para la eucaristía que presidida por el obispo de la Diócesis, fue también seguida desde muchos lugares.
Y los lectores de esta crónica se preguntarán y por qué fue así; el mundo atravesaba una pandemia, la humanidad fue azotada por un virus insignificante totalmente revolucionario -covid-19- arrastrando a su paso vidas humanas y obligándonos a vivir de otro modo. Hubo que reinventarse maneras de seguir ofreciendo clases, de atender a niños, adolescentes y jóvenes; de relacionarnos con las familias, de encontrarnos en la lejanía y acercarnos sin tocarnos.
Y podemos preguntarnos: ¿hay algo que se mantiene a pesar del paso del tiempo, aún con tantos modos diferentes de celebrar el 8 de diciembre en nuestra Familia Madre Cándida? Sí. Aquella noche de nieve, oscura por la hora temprana, cuando se inicia el camino hacia la Clerecía, dio paso a un día lleno de luz, de esperanza, de sueños de futuro. De nuevo leemos la historia de este nacimiento: “Habéis sido escogidas para fundamento de la Congregación Hijas de Jesús que hoy mismo y con este acto comienza a levantarse en la Iglesia bajo el amparo y tutela de la Virgen Inmaculada, cuya fiesta hoy celebramos”. Palabras del P. Herranz S.J. en la homilía de día tan memorable, que añadía: “La obra no es vuestra, es de Dios, y Él sabe y conoce los instrumentos que escoge”.
A lo largo de nuestra historia vamos experimentando que se hacen realidad estas palabras de muchas maneras, sobre todo en la conciencia de que la iniciativa no fue de Cándida María de Jesús y sus cinco compañeras, instrumentos pobres e insignificantes en apariencia, sin medios, sin preparación, sin cultura, sin conocimientos, una auténtica locura, pero es que los sueños tienen poco de cordura, más bien nos empujan a causas desmesuradas.
Y de ahí venimos y por ahí deseamos seguir caminando. Hemos sido llamadas, invitadas por Alguien: hermanas, laicos compañeros de camino, niños y jóvenes, familias, amistades surgidas al calor de este carisma. Ninguno por iniciativa propia; se han ido cruzando los hijos de un amplio y variado tejido de la mano de Santa Cándida y nos encontramos en este 8 de diciembre tan especial pero con no menos vigor y entusiasmo.
Las ondas digitales están de fiesta, se unen a nuestra causa haciéndose eco desde América, Asia, África, Europa… y nos traen preguntas que llegan al corazón: ¿por dónde continuar escribiendo la historia? ¿Qué hemos de abandonar para renacer en otros lugares? ¿Con qué fuerza queremos vivir este carisma de modo que se siga expandiendo? ¿No es apasionante educar la entera persona, colaborar con todo nuestro ser en las realidades más sangrantes de un mundo tecnológico para que no se olvide del ser humano, que respete como algo sagrado la casa común? ¿Los pueblos obligados a salir de su lugar como los migrantes, refugiados, desplazados… qué nos dicen?.
Hoy, como ayer, el mundo nos presenta necesidades, gritos de urgencia, y al igual que Cándida María queremos responder: El mundo es pequeño para mis deseos, impulsados por su fuerza escuchamos al Señor que nos sigue enviando a las realidades concretas para ser alivio en las mismas.
¡Felicidades, querida Familia Madre Cándida! ¡Feliz 8 de diciembre digital! Nos encontramos en la pantalla universal, respirando los vínculos fuertes que nos unen y que atraviesan fronteras. Es nuestra fiesta, ¡celebremos!
María Luisa Berzosa FI